Entre ausencias y presencias: un día del Padre con el corazón abierto.

Hoy quiero escribir con el corazón en la mano.

No para comparar, ni para señalar, ni para romantizar.

Sino para honrar.

A los que estuvieron. A los que no pudieron estar. A los que, de algún modo, siguen estando.

Desde niño, he tenido un vínculo muy especial con mi tío Óscar, el hermano de mi papá. Su compañía fue luz en muchos momentos importantes de mi infancia. Con él tengo recuerdos entrañables, risas genuinas, aprendizajes valiosos.

Hoy, puedo decir sin pena que ha sido para mí un referente paterno muy importante. Lo honro profundamente y quiero hacerlo visible en este Día del Padre.

Pero también quiero decir algo que me cuesta.

Me hubiera gustado acompañar este texto con una foto al lado de mi papá. Pero no la tengo. Y por ahora, no tengo la posibilidad de tomarla.

Mi relación con él ha estado marcada por la distancia.

Hubo un tiempo en que yo también estuve confundido, y quizás me alejé sin saberlo.

Hoy, que me siento más disponible y con el corazón abierto, veo que él es quien ha elegido tomar distancia. Lo percibo confundido, no solo conmigo, sino con gran parte de nuestra familia.

A veces siento que está viendo enemigos donde no los hay, y aunque eso me duele —porque claro que me hace falta—, también puedo entenderlo. No soy el único que está sufriendo su ausencia.

Y aunque desearía acercarme, también reconozco que debo aceptar su forma de estar, aunque sea lejos.

Porque cuando dejo de mirar desde el niño herido y me permito mirar desde el adulto amoroso que intento ser, reconozco que no se trata de mí.

Que mi papá también tiene su historia.

Y que, incluso así, lo amo.

Lo amo con su silencio.

Lo amo con su manera de estar, aunque no siempre me incluya.

Lo amo porque me dio la vida. Y porque gracias a esa vida estoy aquí: sanando, sintiendo, aprendiendo a disfrutar cuando puedo y a sostenerme cuando no.

Este Día del Padre no es sencillo de transitar para todos. A veces, hay sillas vacías, fotos que no existen, palabras que no llegaron.

Pero también hay presencias inesperadas, vínculos que sanan, abrazos que no sabíamos que necesitábamos.

A mi tío Óscar, gracias por tanto.

A mi papá, gracias por darme la vida. Te amo, desde aquí, con todo lo que hay.

Y a todos los que ejercen la paternidad desde el alma,

¡Feliz Día del Padre!

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