Ya muchos conocen a mi gata “MATILDA”
Con quien entro en frustración constante porque solo come cuando quiere y no cuando yo necesito verla comiendo.
Ya es una gata adulta y la obsesión de su vejez son las galletas.
Solo quiere comer galletas y yo como su cuidador necesito que coma otras cosas para que se alimente.
La he tenido en múltiples tratamientos porque también ha estado enferma de varias cosas,
pero ahora que sus enfermedades están controladas, me he visto insistiendo y sufriendo porque no come cuando yo la quiero ver comer.
Me costó mucho tiempo tomar consciencia para agarrar mi fortaleza de la ACEPTACIÓN y decir…
Que coma cuando quiera porque, aunque hay días que solo quiere comer galletas, hay otros días que la otra comida la pide también como desesperada.
Son menos esos días, pero tengo que ACEPTAR que si existen.
Y entonces me puse a reflexionar,
¿cuántas veces en la vida me veo en esta obsesión por cambiar la realidad?
Queriendo “ayudar” o transformar la vida de otros,
o en luchas internas queriendo no ser como soy o queriendo que la realidad sea la que idealizo y no la que es.
Entrando constantemente en esta desgastante frustración
y olvidando que existe la ACEPTACIÓN,
para aceptar el fluir real de la vida,
soltar el ideal y así dejar de repetirme inconscientemente que en la vida las cosas se consiguen si se hace lo necesario para hacerlas realidad…
y ASENTIR en consciencia a lo que es.
Para utilizar la fortaleza de la ACEPTACIÓN, se hace necesario activar también el ANÁLISIS.
Y así reflexionar y comprender lo que está en nuestro poder cambiar y aquello que será más útil aceptar como es.
Cambiando el desgaste por tranquilidad y paz interior.
Activar el ANALISIS es muy importante porque no se trata de entrar en una especie de resignación en donde ACEPTAMOS todo y no tomamos ningún tipo de acción.
Esta actitud también puede lastimarnos haciéndonos sentir indefensos y en una vida sin sentido.
Con Matilda yo sigo haciéndole los tratamientos que se me presentan en el camino para ayudarle con su calidad de vida en la vejez.
Aceptando que ningún tratamiento es milagroso y tampoco quedándome quieto sin hacer nada.
Buscando el equilibrio siempre en el uso de mis fortalezas.
En la foto, está con Pablo Ocampo, veterinario integrativo con quien está en tratamiento homeopático y le hizo una limpieza energética y emocional.
Ahora tiene más energía que nunca para pedir sus galletas y con paciencia vamos caminando el día a día.
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