Esta es una fortaleza que usualmente se piensa aplicada hacia los otros,
sin embargo, yo la aplico e invito a aplicarla hacia nosotros mismos.
Por ejemplo; cuando estamos frente a una perdida, esta bien ser conscientes de los demás,
que necesitan, en que puedo ayudar.
Pero también es importante atendernos a nosotros mismos,
que necesitamos y como nos podemos ayudar es una pregunta valida también.
Porque a veces creemos que el atender de los demás,
garantiza que otros tomen la iniciativa de atendernos.
Y esta creencia lo único que garantiza es que proyectemos nuestras responsabilidades en otros.
Este fin de semana pude estar con un grupo de personas con las que me sentí acogido
y no había sido capaz de acercarme a ellas por temor de lo que pensaran o sintieran otros.
Permanecí con estos otros en un espacio donde me sentí absorbido y un poco violentado,
especialmente por su opinión.
Y no me voy a sentir mal por esta conducta porque entiendo que soy un hombre carismático y a veces se me puede ir la mano.
Y cuando logro ser consciente de ello, me toca recordarme que yo también necesito y puedo ser carismático conmigo mismo.
Y al final la tragedia que había imaginado despertar en los otros, solo quedo en mi imaginación.
Y, por el contrario, el bienestar y la tranquilidad que me merezco, se hicieron realidad.
La aplace y perdí la oportunidad de gozar de ella desde hace tiempo,
por utilizar mi carisma en exceso… ya que, en el equilibrio, esta el bienestar.
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